Un tranquilo establecimiento reformado a partir de una vieja casa campesina en una pequeña isla del mar interior. Desde las ventanas se puede disfrutar de la vista del mar azul, y la escena del atardecer es excepcional. La posada se enorgullece de sus platos kaiseki elaborados con mariscos frescos capturados en la isla, que permiten saborear al máximo el sabor de los ingredientes.
En este modesto alojamiento de la isla, impregnado del tranquilo ritmo de vida en la isla, los días de descanso se graban en el corazón. Será agradable pasear por la costa o visitar una pequeña cafetería donde se puede experimentar la cultura local. Por la noche, podrás relajarte en el engawa mientras contemplas el cielo estrellado.
La posada ha estado operando de generación en generación, y cuenta con la cálida hospitalidad de los cercanos habitantes de la isla. Estoy seguro de que el anfitrión de la posada te contará ampliamente sobre el atractivo de la isla. Los huéspedes quedarán fascinados por las sorprendentes experiencias que les permiten sentir realmente la isla.
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