Este pequeño café se alza en un tranquilo barrio residencial de callejones. Es posible que sientas algo de ansiedad al ver su modesta apariencia, pero en el momento en que cruces la puerta con la señal de apertura, esa ansiedad seguramente desaparecerá.
En este espacio donde se entrecruzan un generoso aroma a madera y el fragante aroma del café recién tostado, el dueño del local, un artesano por naturaleza, se encarga de preparar cuidadosamente cada taza. Desde las mezclas habituales hasta los únicos granos de origen de temporada, seguramente estarán a la altura de tus expectativas con su constante atención y habilidad.
Los numerosos postres que combinan bien con el café también son un atractivo imperdible. Tanto el pastel que entona una armonía entre una esponjosa masa y crema, como las fragantes galletas y los exquisitos horneados; son todos productos excepcionales elaborados con esmero. Es posible que te suelte una sonrisa involuntaria con cada bocado.
Después de la comida, al mirar por la ventana, podrás disfrutar de un pequeño jardín. Mientras sientes cómo brotan los brotes de los árboles y escuchas el gorjeo de los pájaros, podrás saborear un momento relajado. Este espacio, que te transporta lejos de la vida cotidiana, seguramente te envolverá suavemente con su calidez.