El sagrado lugar de puras oraciones, el Santuario de los dioses del oído en la isla Yin

Un santuario de larga historia que otorga protección a las enfermedades del oído, el Santuario de los dioses del oído en la isla Yin. Desde la época de Kamakura, este lugar ha mantenido una fuerte fe, donde residen profundamente los deseos relacionados con el oído de las personas.

El canto del corazón llevado por la brisa perfumada

Junto al edificio principal, se encuentra el Santuario de los dioses del oído, un santuario pequeño y encantador. Sin embargo, los grandes adornos en forma de lóbulo auditivo colgados en ambos lados de las columnas llaman especialmente la atención. Se dice que estos son hechos a mano por artesanos locales y se golpean durante las oraciones.

Las formas de devoción también son únicas. Primero, se toca la campana y se arroja la moneda, y luego se golpea suavemente las columnas mientras se recita el nombre del dios del oído tres veces. Esa voz lleva el deseo y escucha como si fuera el oído.

Ningún deseo queda sin escuchar

Los deseos de las personas que visitan este santuario son variados. La preocupación por la pérdida de audición debido a la vejez, la ansiedad ante una operación, el crecimiento saludable de los niños con discapacidad auditiva de nacimiento... Todos ellos contienen un deseo ferviente de escuchar mejor.

En las tiras de papel colocadas en el recinto, se escriben los deseos apremiantes de los visitantes. Si se observa detenidamente, se puede sentir la abrumadora emoción que se desprende entre las palabras.

Tomar conciencia de un mundo inaudible

Si hay discapacidad auditiva, es natural que no se escuche bien las cosas del mundo. Sin embargo, la presencia de este santuario que ha trabajado para ayudar a esas personas puede ser una parte que las personas sin discapacidades no noten con facilidad.

Una vez más, si se reflexiona sobre este santuario, será una buena oportunidad para mirar las cosas desde el punto de vista de las personas con discapacidades, sin acomodarse en el entorno rico que uno tiene habitualmente.

Deberíamos agradecer no solo por las cosas visibles, sino también por las invisibles. Y tal vez sea necesario ser consciente una vez más del papel de este santuario que responde a las oraciones de las personas.